Tumbada en las flores violetas del ruido dominical, las campanadas
llevaron palabras de paz a los hogares, reinos intocables,
intratables para el verde fresco de las montañas.
El roce de la hierba con el plumaje de los sueños
elevaron anclas,
un oleaje fuerte y suave
empujo la partida a otros brazos en remo,
el rumbo se quebró en ríos
y las fronteras del cuerpo construyeron un puente para el deseo y un
barco para el amor.
Brazos en remo desprendieron el miedo y la negritud de las huellas que
fuiste borrando para alcanzar el puerto.
Nada fue dado porque si,
no fue dado. Nada.
Los argonautas se llevaron el tesoro jamás contado.
10 de mayo de 2011
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Al golpe del remo se agitan las olas...
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