10 de mayo de 2011

Azul

Tumbada en las flores violetas del ruido dominical, las campanadas
llevaron palabras de paz a los hogares, reinos intocables,
intratables para el verde fresco de las montañas.

El roce de la hierba con el plumaje de los sueños
elevaron anclas,
un oleaje fuerte y suave
empujo la partida a otros brazos en remo,
el rumbo se quebró en ríos
y las fronteras del cuerpo construyeron un puente para el deseo y un
barco para el amor.

Brazos en remo desprendieron el miedo y la negritud de las huellas que
fuiste borrando para alcanzar el puerto.

Nada fue dado porque si,
no fue dado. Nada.

Los argonautas se llevaron el tesoro jamás contado.

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