Esta noche la sorprendió
la luna escribiendo.
Ni una noche más
sin ti, -dijo- y
le robó un lengüetazo
por la espalda,
la cogió del
verbo delicadamente
extendiendo el
gerundio
con la yema de los dedos ágilmente,
algunas diéresis
quisieron pronunciarse por debajo de los labios y,
los 3 puntos y
seguido, repetidamente,
fueron el mejor
final del preámbulo.
Arrancó el
epígrafe
la represión de
la bestia,
algo liberó
entre letras,
sopló por mis
cabellos como aforismo
enredándose con
el viento y el vuelo del águila,
el sol entre sus
garras no cambia la rotación del participio
ni el fuego del
dragón.
Una reina
la reina de las
orquídeas,
de las orquídeas
de las mujeres de América,
una leyenda.
¿Verbos ó tiempo?
Florecer,
ambas naturalezas habitan
en la flor y no lo
sabe,
y sin embargo,
esa efímera
belleza inmortal
muere Una y
otra, y otra
vez;
…
-preámbulo- tres puntos suspensivos
Si a una corteza
del verso se adhiere,
sobrevivirá.
La que voy
va en tu
mirar
querida muerte.
Escribí mi nombre y,
despegó el poema.